sábado, 14 de marzo de 2015

LA VOZ DE OAKBAK

<Cuando vuelva te mataré>. Me había dicho mi hermano Dave antes de ser arrestado. Desde entonces nadie podía imaginar la sensación de peligro que sentía. Por las noches, a la madrugada o en plena luz del día podría aparecer y pegarme un tiro en la cabeza. Escaparse no le suponía dificultad. Lo había hecho antes y todavía sería capaz de hacerlo. Es muy astuto. Sabe manipular a la gente y lo más importante, no le tiembla el pulso al disparar.
La casa anteriormente atestada de familiares hoy en día permanece en un silencio endemoniado. La mayoría de mis parientes lucharon por una causa, derrocar a la mafia de Oakbak, la ciudad de Los Sin Futuro. La fundó ´´El caballero Joe`` hace aproximadamente cincuenta años pero no para crear trabajo, más bien al contrario; lucrarse de la manera más horrorosa que se pueda imaginar era su único objetivo. Como siempre se puede observar en este mundo gobernado por inmorales, la fuerza del mal nunca es derrotada completamente. Así pasaron los años, ellos se hacían cada vez más poderosos junto con la policía mientras mi familia disminuía en número. Solo me quedaba mi hermano...pero no me quiso nunca. Para él soy el malo de la película, y eso no es así. No lo digo yo nada más, también lo dice la voz de Joe, el cual ni muerto está dispuesto a dejar su ciudad. No tengo motivos para odiarlo. Bueno, mató a mi padre, pero tenía que hacerlo. Ellos tuvieron la culpa por revelarse.
—Claro que sí. Yo soy a partir de ahora tu padre y como tal deberás hacerme caso en todo lo que diga. ¿Vas a ser un chico bueno, Bobby?. —esa voz suya tan característica, grave y profunda resuena dentro de mi cabeza.
—Por supuesto.
—Así me gusta
Tenía miedo, tanto que en varias ocasiones llamé a la policía porque había oído abrirse la puerta de entrada una calurosa noche de junio. Tal vez solo estaba en mi imaginación o tal vez quería jugar conmigo. A mí los juegos no me gustan, los aborrezco como casi todo en la vida. Zack y Peet, ambos corpulentos trabajaban para mi nuevo padre. Ellos no pudieron ser, pues estaban en otro sitio del que no regresarían jamás. Eran de mi propiedad desde el momento en que aceptaron la inmortalidad de El caballero Joe. Formaba parte del contrato. <Tu serás mío y a cambio podrás perdirme todo cuanto quieras>>
—Recuerda, Bobby, que es para siempre.
—Soy consciente de ello.
Hoy, sábado, quince de julio, la pesadilla aumenta progresivamente y mis nervios están a flor de piel. Desconozco cuánto tiempo podré aguantar atenazado en mi casa, oscura y abandonada. Las horas pasan lentas, el calor, insoportable, mi corazón palpita desbocadamente y el sudor hacía tiempo que había formado un charco en la mesa en la cual hay una radio anticuada, pero todavía en funcionamiento.
(Dave MacHollan, de Oakbak, una ciudad situada al este de California está en busca y captura. Rogamos por favor que tengan mucho cuidado con...)
De pronto, un disparo...La bala impacta en el centro donde sale un humo negro
—Capullo, dije que volvería.
—Hermano...
—Deja de lloriquear y clávale la navaja. No te preocupes, ellos están cerca, muy cerca.
—¿Cómo fuiste capaz?
—¿De qué?
—Yo te refrescaré la memoria. Violaste a tu hermana y la mataste y no conforme con ello también acabaste con la vida de tu madre.
No puede ser cierto.
—¿Me estás vacilando, niñato de mierda?
— No, ni mucho menos, solo que...
Dispara y me da en la pierna izquierda. Caigo al suelo retorciéndome de dolor.

Horas después:
Bobby despertó, pero algo pasaba.
—No puedo respirar, no puedo respirar. —gritaba al mismo tiempo que pegaba a la madera que tenía a poca distancia de sus ojos. Se estaba quedando sin oxígeno.
En ese momento, su hermano Dave acababa de descubrir miles de cuerpos enterrados en baúles bajo el suelo del sótano.(Los había matado el peque) Creía que todo había pasado. No obstante, la misma voz que resonaba en la cabeza de su hermano le dijo:
—Hola, Dave. Ya viene, ya viene.
—¿Quién?
—La muerte viene a buscarte.
Alguien le disparó en la cabeza. Esa persona era un fiel amigo de Joe encargado de velar por la seguridad de Bobby. Lo sacó del baúl segundos antes de su asfixia total.

La Voz había ganado otra vez porque El elegido salió de entre los muertos para convertirse en la marioneta de Joe y así hacer el mal tal y como él lo había hecho en tiempos pasados.

lunes, 16 de febrero de 2015

TINTA DE SANGRE

Todo lo que me ocurrió ayer desde el principio hasta este momento se va a quedar plasmado en estas páginas a modo de desahogo. Estoy muy convencido de que quien lea esto no me creerá, es posible que me trate de loco. Lo comprendo, pues yo tampoco me lo creería. Empezaré desde la madrugada. Creo recordar que eran las cinco en punto cuando me echaron de malas maneras del pub. Dando tumbos inicié mi largo recorrido por las inhóspitas calles de Oakbak hasta mi habitación. Me encontraba totalmente mareado. Lógico, después de haberme tomado las cuantiosas copas de whisky,(desconozco el número concreto) lo extraño es que todavía no hubiera vomitado, pero estamos hablando de un alcohólico veterano. Había acostumbrado al estómago a beber de esa forma. La oscuridad de la noche interrumpida en pequeñas zonas alrededor de las farolas alineadas unas detrás de otras, cuyas luces ligeramente encendidas, titilaban sin parar. Así pues, a menudo me tenía que parar para no chocar con algo. El hostal para los pordioseros o Los Sin Futuro que es así como la gente extranjera e incluso nosotros mismos nos llamamos quedaba al sureste de la ciudad, cerca de los bares de mala muerte del fundador de esta, a la vez que el mafioso más poderoso del estado de California llamado Joe, más conocido como El Temido. No obstante, ya que se hacía costumbre ir al mismo sitio de siempre había desarrollado la capacidad de memorizar una serie de objetos o pistas para no perderme, a pesar de estar en un estado lamentable. Mis movimientos eran totalmente automáticos. De este modo me encontraba ayer en la fría madrugada del catorce de febrero. Precisamente aquella no tenía ni luna ni estrellas, pero, eso si, el silencio más perturbador, acompañado de la negrura macabra, creaban por doquier una atmósfera que a cualquier persona que estuviese con sus cinco sentidos sentiría un temor difícilmente descriptible. Para mi, los pequeños ruidos de pisadas de charcos en las calles sin salida, cubiertas por un telón de oscuridad, puestas paralelamente entre sí, el inesperado susto de los felinos negros y salvajes saliendo de lugares extraños y corriendo rápidamente a otro sitio para no ser atrapados, el sonido sibilante que hacía el viento el cual al mismo tiempo construía una melodía estremecedora moviendo las hojas de los árboles, los papeles tirados por el suelo, las bolsas, el impacto del viento en los cristales de los pisos...me traía sin cuidado, es más, ni siquiera me causaba una pequeña sensación de terror. Según creía estaba curado de espanto. Además, era un HOMBRE. Nada ni nadie me podía dar miedo porque me consideraba fuerte, de los que ya no hay. En parte tenía razón. Entro en lugares que a los demás compañeros les produce auténtico pánico. Pero en otra, en el más profundo y verdadero ser interior, esa parte que escondemos todos, me advertía de lo contrario. Un NO rotundo. Hace tiempo, cuando descubrí la otra cara de Jack, cambió mi vida por completo, la vida misma me enseñó una elección. Se trataba de mi abuela, a la que había visto sufrir tanto a lo largo de su vida que los diversos batacazos la habían hecho fuerte, lo bastante como para levantarse una y mil veces si hiciera falta.




—De eso es lo que se trata la vida, mi querido Jack. Que nada ni nadie te impida a levantarte del suelo y seguir hacia delante en busca de tu objetivo.—me dijo minutos antes de morir al mismo tiempo que me despeinaba con su mano flácida llena de manchas.


Por aquel entonces no estaba preparado para el dolor que me produjo no volver a verla nunca más, ni creo que lo estuviese algún día. Creo que nadie en ningún momento lo llega estar.


Era una tarde de verano calurosa. Había pasado todo el fin de semana cuidándola, a su lado, diciendo para mis adentros que ella permanecería para el resto de mi vida. Me hice vagas ilusiones, sabía que no podía ser así, que tarde o temprano nos dejaría a todos sin poder soportarlo, pero rogaba a Dios que por lo menos no fuese ese domingo tan alegre.


—Hazte a la idea que permaneceré en vuestros corazones para siempre. A todo el mundo le llega su final, incluso a ti. Forma parte de la vida.


Tenía treinta años, ya había logrado ocupar un puesto de reconocimiento dentro de la policía, sin embargo cuando de sus ojos brotaron lágrimas, las cuales bajaban lentamente por su tez arrugada haciendo movimientos de serpiente hasta parar a las comisuras de sus labios, no pude evitar llorar como un niño pequeño asustado. Fue en aquel momento cuando acepté que le temía terriblemente a perder un ser tan querido como Emmita. Minutos después de entrar en un eterno sueño no volvió a abrir los ojos nunca más.


El caso es que durante el trayecto me percaté de la especial soledad que me envolvía. Todos sabíamos que en Oakbak las cosas extrañas dejaban de serlo hasta tal punto de volverse cotidianas. Últimamente daba la impresión de que se había apagado más de la cuenta. Donde antes las calles por donde esa noche pasaba te podías encontrar con algunos vagabundos, numerosos, por cierto, ya no estaban. Lo más seguro es que estuvieran muertos. Como mi hija y mi esposa, o Teddy, mi antiguo compañero de trabajo, al igual que muchas personas más. El causante de todas estas desgracias, nadie se puede hacer una pequeña idea. Solo se que mi felicidad se desvaneció repentinamente. Todo empezó con la muerte de mi niña Susan, la cual di con su cuerpo en una casa abandonada hace unos meses atrozmente mutilado. Sus bracitos habían sido arrancados mediante el estiramiento con cuerdas atadas a unos barrotes. Sus piernitas también y su cabecita desplazada a mucha distancia con respecto a los demás trozos de su cuerpo. Esa noche solo tuve ganas de morirme, nada más. O, bueno, si, además de matar al hijo de puta que le hizo eso. La siguiente desgracia me produjo graves problemas mentales. Hasta hoy mismo no he sabido recuperarme. Sería incapaz de hacerlo algún día. A las siguientes horas de que pasara todo aquello me pregunté cómo fui capaz. Una persona normal no hace que culpen a su hijo y lo encarcelen por haber matado a mi esposa. A ella la maté yo. ¿Involuntariamente?, no creo. Fue a propósito pero de alguna forma me entiendo a mí mismo. La rabia contenida, la impotencia de no poder atrapar al asesino me llevó a descargar contra Katerina. La ODIABA, no me hago la idea ni yo mismo de cuanto. Cada vez que soltaba una somera palabra por la boca, explotaba, malhumorado, como si tuviera toda la culpa de los problemas. Lo que antes era amor puro y verdadero se fue convirtiendo en grandes dosis de desprecio. Ocurrió en la segunda planta de nuestra casa. Estábamos discutiendo acaloradamente sobre cosas triviales. Normalmente lo hacíamos pero no como para empujarla hacia las escaleras. Quería que se callara, solo eso. Lo próximo me dio la sensación como de estar montado en una montaña rusa precipitandome a toda velocidad hacia el oscuro abismo. Perdí el trabajo, mi prestigio, la casa, el coche, el respeto, mi familia… vinieron otras amigas. El juego, el alcohol y las drogas. La madrugada anterior solo había consumido alcohol del único dinero ahorrado que tengo. Bastó para evadirme de mi triste y tétrica realidad.


Dos minutos y por fin, con mucho sacrificio llegué al hostal.Toqué la puerta repetidas veces. La señora propietaria me abrió la puerta con desagrado, dedicándome una mirada de soslayo. Me sentí como si hubiera entrado en un lugar donde sabía que me iban a matar tarde o temprano.


—¿Qué pasa con la luz?.—dije después de entrar.


La Gorda que es así como se me viene a la mente sus carnes llevaba en la mano un candelabro antiquísimo, tanto como ella.


—Se han fundido las bombillas.


Subí a la tercera planta. Habitación número treinta y nueve, la del fondo a la izquierda era la mía. Seguramente la razón por la cual me habían dado esa era por mi procedencia judía. Cuanto más alejado estuviese de ellos mejor. <> eran las palabras que a menudo pensaba cada vez que los veía. Aquella familia, los Hoover se sentían totalmente alemanes a pesar de haber nacido en EEUU. Y sobre todo, muy orgullosos de sus raíces. Probablemente algunos de sus parientes habrían matado a gente como yo. Pero no tenía otro lugar a donde ir, ni tampoco disponía de dinero para alojarme en los hoteles de Joe.


Así pues, pese a un extraño presentimiento giré el pomo de la puerta. En ese instante me quedé congelado, literalmente. Una sensación de pánico auténtico me llevó casi a un paro cardiaco. La embriaguez desapareció de sopetón al ver aquel cuerpo escuálido, pálido y grande sentado en mi cama. No le pude ver muy bien la cara porque se la estaba cubriendo con las manos. Lloraba, lloraba mucho. Sus pequeños lamentos me dejaron sin respiración. ¿Quién era?. Me pregunté segundos después de la perplejidad. Una persona viva seguro que no. Descartado a primera de cambio. No daba apariencia de una persona viva. Entonces tenía que haber sido un fantasma. Prácticamente imposible, pero lo era. Entonces, tras un parón de bastante tiempo, sin decir absolutamente nada, levantó parsimoniosamente la cabeza y dirigió su grandes y rojos ojos de tanto llorar hacia mí. Clavó fijamente su mirada en mis ojos. Tenía la percepción de que ahondaba más en ellos. Me dijo:


—VAS A MORIR.—sus lágrimas no cesaban cual cascada de agua espumada.


De súbito moví la cabeza despacio hacia el cristal colgado a la pared que tenía a mi lado. Podía ver mi apariencia tal y como era a excepción de un minúsculo orificio en la frente. Desde dentro iba cayendo un reguero de tinta roja oscura pasando por las cejas, la nariz y cayendo finalmente en gotas de una en una al suelo. Caí como una carga pesada sin ningún tipo de valor. La botella también, menos las velas. Ellas todavía seguían bailando al son del suave apenas perceptible viento de la muerte. Empecé a llorar después de que desapareciera a la misma vez que se apagaron las llamas. Me adentré en un abismo infinito de llanto. Aquel fantasma se trataba de nada más y nada menos que mi querido amigo Teddy. Hasta después de muerto seguía sorprendiéndome. Siempre hacía que me pusiera a pensar detenidamente en mi vida. Sin embargo, no le llegué a hacer caso ni una sola vez, de lo contrario no hubiera llegado a este penoso punto en el que me encuentro actualmente. Tengo que decir los siguiente: Teddy murió en esa habitación mientras dormía después de un día agotador. Me culpo porque si en lugar de haberme ido con mi chica a pasar una buena noche lo hubiera acompañado, tal vez estuviese vivo. Lloré mucho tiempo hasta que el sueño me venció. Las palabras que dijo mi amigo se convirtieron en horribles pesadillas en las cuales siempre acababa por caerme a una oquedad enorme. Horas después dos portazos en la puerta interrumpieron mi última pesadilla. Fui a ver quien era.


—Una mujer pregunta por ti.—me dijo el pequeño Hoover al que siempre se le oía gritar por las mañanas.—Es guapa.


No tardé en pensar en Natasha. Nos habíamos conocido hace meses, desde que empezó mi calvario aproximadamente. Ella fue la que me encontró tirado en el suelo con dolores de cabeza. Desde el primer segundo quedé atrapado por su beldad. Es encantadora, joven, vivaracha, es decir, todo lo que no soy.


—Dile que me espere. Bajo en un segundo.


Cinco minutos después la vi en el umbral de la puerta. Parecía un ángel con la luz del sol de fondo. Vestía como todos los días. Su estilo bohemio le daba un toque sensual y atractivo. Lo que más destacaba de ella era el collar resplandeciente que le compré por su cumpleaños. Me deleitó con una sonrisa nívea antes de decirme:


—Jack, te extraño. No puedo prometerte lo que me pediste.—me dio un fuerte abrazo.


Habíamos acordado dejar de vernos durante un tiempo, mientras me aclaraba, pero estos últimos días estaba haciendo lo contrario y más a la madrugada cuando mi mejor amigo se apareció para darme un mensaje. Claro, también tengo que decir que siempre había tenido la sensación de estar muy cerca de él.


—Nata, no me haces un bien buscándome a cada rato. Necesito tiempo y soledad, solo eso. Cuando crea conveniente te llamaré.


—Hoy es San Valentín. El día de los enamorados. Dejame demostrarte solo hoy lo mucho que te quiero. Por favor.—se acercó un poco más a mí. Tanto mis labios como los suyos se rozaron en un abrir y cerrar de ojos. Ambos nos buscábamos pero había una barrera que lo hacía todo mucho más complicado. Era el maldito criminal. Necesitaba matarlo con mis propias manos para poder seguir con mi vida, de lo contrario, él acabaría conmigo de una vez por todas.


—No.


Simplemente me besó, de aquella típica forma apasionada que se ven en las novelas o las películas de romances. Ese beso era totalmente sincero cargado con mucho amor al cual no me pude resistir. Sin embargo la aparté de sopetón al volver a mi cabeza la escena de la madrugada. Una voz en mi interior me decía;<>


—Prométeme que serás feliz.


—¿Por qué dices eso?


—Prométemelo.


—Vale, te lo prometo.


Ahora fui yo quien la besé.


—Te quiero mucho.


—¿Qué te ocurre?.


—Nada importante.—intenté hacer el esfuerzo por borrar mi tristeza—.Acepto. ¿A dónde me quieres llevar?.


Las próximas horas estuvieron cargadas de amor y efímeros aparecimientos de Teddy. Estuvo tras mis pasos todo el maldito día. Por ejemplo, en la tarde nos fuimos a un burger. Todo iba a pedir de boca. Nata hacía hasta lo imposible por sacarme una sonrisa, gesto que le agradecí en su momento. A los pocos minutos tenía ganas de vomitar por lo que me fui corriendo al baño. En el váter lo eché todo. Generalmente tenía un color claro con tropezones de carne por doquier. El puré y la carne con patatas, pero esto último no encontré rastro. El olor, nauseabundo, peor que la pestilencia de una alcantarilla. De repente, la puerta se abrió, la luz se apagaba y encendía a cada rato. Teddy apareció en frente acompañado de la luz. Se volvió a pagar. Escuché otra vez el lamento. Pronunció mi nombre. Cuando volvió la luz ya no estaba.


Viendo que tardaba en regresar Nata entró al aseo cuando yo mantenía fijamente los ojos en el espejo, medio aturdido, otro tanto asustado. Esta vez me lo tomé más en serio.


—¿Estás bien?


—No, no estoy bien.


—¿Quieres que nos vayamos a casa?


—No ni hablar. Hoy es un día especial.


Nos volvimos a la mesa. Una vez nos acabamos las hamburguesas y las patatas ella sacó de su bolso de terciopelo barato una caja que contenía un perfume.


—Échate en la mano. Enseguida lo entenderás.


Olí la fragancia causandome un escozor en la herida abierta de mi corazón. Me puse a llorar tan melancólicamente que tuvo que consolarme con varios abrazos, besos y palabras bonitas. Me di cuenta de la increíble mujer que era Nata.


—Huele a mi niña, huele a Susan. Siempre que se despedía de mí notaba ese olor tan especial que se ha vuelto ahora. Gracias. No sabes lo privilegiado que me siento al estar junto a tí. Te mereces lo mejor y si algún día me pasa algo malo, quiero que busques a una persona que te haga feliz y me olvides.


—No entiendo. ¿De qué tienes miedo?, si yo cuando te conocí fanfarroneabas de que eras inmune al miedo.


—Es imposible de creer. ¿Qué te parece si nos vamos a otro sitio?. Empiezo a sentirme mal


—Claro, por supuesto.


De aquí en adelante tenía la certeza de ser observado por Teddy. Esta vez sí que le haría caso. Debía de cambiar radicalmente y el primer paso sería dejar de beber y fumar. El siguiente, disfrutar de la vida al máximo, sin agobiarse por nada. Mostrar una sonrisa a todo el mundo. No obstante, Teddy me ponía las cosas muy difíciles. A cualquier hora aparaecería para advertirme. Quizás lo más arduo es la idea de que en cualquier momento podía morir. Nada más relevante pasó hasta que llegó la noche. Nos fuimos a sus casa. Cenamos algo rápido y ligero y en menos de media hora nos fusionamos en un solo cuerpo para disfrutar del placer del sexo amoroso. En primer lugar Nata preparó la habitación. Quedó a la perfección. Una tenue luz rojiza, las sábanas suaves y reconfortantes, la ensalada de frutas, los preservativos, el olor...era como estar en el cielo con Afrodita desvistiendose sensualmente SOLO PARA TI. A medida que lo hacía subida encima mío me puso una venda en los ojos. Luego besos con sabor a fresa y nata. Más tarde los besos que a cualquier hombre en la faz de la tierra le harían subirse por las paredes desde la barbilla, bajaba lentamente hacia abajo produciéndome una gran excitación. Me quitó los pantalones, me dió un beso en los calzoncillos, estos desaparecieron enseguida. Ahora, si que estaba completamente desnudo. Era la dueña de mi cuerpo, con lo que podía hacer lo que quisiera. Además tenía los brazos atados a los brazos de la espaldera de la cama.


—¿Te gusta?


Con solo verme la cara supo la respuesta. Y más cuando empezó a masajearme el miembro en estado de erección. Segundos más adelante se lo puso en la boca. Lo saboreaba cuan helado de chocolate.


—Me encanta.—dijo ella mirándome un instante a los ojos.


No me dejó actuar una hora completa. Había hecho de todo. Cuando me soltó, yo ya no era Jack Vispano, sino un animal en celo. Cinco minutos bastaron para satisfacerme.


—Lo siento cariño.


—No pasa nada. En la segunda ronda aguantarás más.


—No creo. Esto ya no se me levanta hasta pasados dos días.


Se acostó sin ni siquiera contestarme. Me puse colérico porque sabía que estaba insatisfecha.




Al día de hoy mi querido amigo Teddy no me ha vuelto a visitar. En cierto modo lo extrañaba. Aunque lógicamente me daba miedo su nuevo aspecto algo del antiguo Teddy había quedado muy en el fondo. Él era un buen chaval. Nunca encontré un defecto, tal vez lo escondía muy bien. En cambio yo tenía muchos y todavía por descubrir. Puede que suene raro decir que no me conozco ni a mí mismo pero es verdad. Tengo muchas más facetas que han quedado guardadas en una especie de baúl cerrado con llave hasta nueva orden. ¿Me pregunto si será la hora de llamarlas?.


Jack había muerto en el pasado tres veces. Cada cierto tiempo se iba regenerando, como la piel de una serpiente. La primera, la muerte de mi abuela, la segunda, el fatídico suceso de mi familia y la última, el encuentro con Dexter, el psicópata más buscado del planeta entero. Creo que ahora que estoy escribiendo, está en proceso de creación un nuevo Jack, uno mucho mejor que los anteriores.





¿Qué contestarías si te pregunto cual fue el destino de Jack Vispano?


El agente de la policía de Oakbak sigue tan vivo como tu y como yo. Está completamente convencido de que Dios le ha dado una segunda oportunidad, piensa que es especial al ser advertido por su mejor amigo. A partir de ahora hará las cosas bien para ir al cielo. ¿Yqué fue lo primero que hizo?. Llamar.


—Ray. Necesito un favor muy urgente.


—Jack, maldita sea, son las doce de la noche.


—Yo te salvé el culo aquella vez cuando…


—Está bien. ¿Qué es lo que quieres?.—le interrumpió.


—Un milagro.


—¿Cómo?


—Necesito hablar con mi hijo en este preciso momento.


—Imposible. Estarán durmiendo ya.


—Venga, vamos. Tu eres un pez muy gordo dentro de la policía. Algo podrás hacer.


Silencio.


—Podría decirle a Marck…


—Hazlo. Voy ahora mismo.


—¿Qué es lo que le tienes que decir?


—Voy a entregarme. Voy a destapar la verdad. Soy el verdadero asesino de mi esposa. Fui yo quien la empujé, no mi hijo.


—¿Te estás quedando conmigo?


—No joder.—empecé a llorar de desesperación.—tengo que decirle que le quiero y que saldrá de ese infierno en el que le metí yo.


—Dios mio...lo que tienes que hacer es tranquilizarte. No hagas...


Colgó.


Salió despavorido a la velocidad de un rayo por la puerta del hostal sin dar explicaciones a nadie. Por suerte aún guardaba las llaves del viejo y destartalado Jeep al que tanto aprecio le tenía en sus años de juventud. Estaba guardado en un garaje cerca de la mansión de Joe y su familia. Como alma que lleva al diablo condujo por las carreteras vacías sin atisbo de coches ni personas, ni animales, nada. Aún conservaba la potencia de sus mejores días. Era fenomenal para Jack, pues en esos minutos en los que tenía las manos fuertemente apretando el volante se sintió joven, la época de oro para él. Por aquellos tiempos todo funcionaba en su vida. Así que movido por la felicidad que sentía recordar viejos y agradables tiempos sonreía a más no poder. Algunas veces se le ponían los ojos llorosos. Quince minutos fueron felices y uno solo el más desdichado de su vida. En la carretera extensa principal hacia donde directamente te llevaba a las puertas de la cárcel una figura vestida de negro con una capucha y una braga que le confería un aspecto terrorífico se puso en medio. Frenó justo a tiempo. El lado frontal del coche topó sus espinillera . Allí estaba su peor enemigo mirándolo penetrantemente, la cual era única en el mundo. Dexter era el vivo reflejo de los males del ser humano; el odio, el desprecio, la violencia, la apatía…


De su bolsillo sacó una pistola. No le dio tiempo a decir media palabra. Disparó sin pensárselo un segundo. Jack Vispano, como cualquier persona el el planeta Tierra no se había escapado de la muerte. Las lágrimas de su amigo eran por esto. Aseguraba con rotundidad que Jacka a pesar de lo que había hecho su corazón era bueno.


Tres horas más tarde Ray le daría la mala noticia a su hijo, el cual a pesar de todo lloró y a Nata, la cual de aquí en adelante sufriría muchísimo


FIN

martes, 17 de junio de 2014

EL PODER DE LA MÚSICA



La gran sala del castillo estaba atestada de todas las clases sociales del reino.
Se celebraba  la titulación de jóvenes talentosos que habían estado estudiando desde muy pequeños en la prestigiosa universidad musical.
Aquella noche de calor sofocante hacía chorrear perlas de sudor a la gente aunque ni siquiera esto era un impedimento. Los hermanos Vargados eran los que peor lo pasaban, pues había llegado su turno, tenían que demostrar todo lo aprendido al rey. Por encima de todo  la canción que habían compuesto para esa ocasión tenía que emocionarle. Rere y Dodo tenían más confianza en  sí mismos o al menos eso querían aparentar, en cambio Sisi y Lala lo estaban pasando mal.
La música armoniosa comenzó a salir de los instrumentos con tal sensibilidad y provista de sentimentalismo que dibujaron  sonrisas en los rostros del público, disfrutando con enorme placer.
En el transcurso de la canción la seguridad iba acrecentándose en las chicas pero disminuía en la de los chicos. Solo el profesor pudo apreciar los fallos que cometieron.
Pero de pronto, algo parecía andar terriblemente mal, insólito e inexplicable. Nadie podía oír nada, ni siquiera los Vargados que intentaron tocar más fuerte pero el resultado fue el mismo.
Pararon, se miraron y empezaron a decir:
-Dodo, ¿me oyes?-Rere hizo un gesto con el dedo apuntándose a la oreja, creyendo que solo él se había quedado sordo.
-No.-se asustó él también.
-Chicos, no puedo oír.- Lala hizo el mismo gesto que su hermano.
Al igual Sisi lo hizo. Esta, la más aterrorizada. Gritaron al unísono al mismo tiempo que veían formarse un tumulto de personas enloqueciéndose por momentos. Lo que peor llevaban era sentir el silencio completo, espeso, instalarse por doquier aun a pesar de la barahúnda.
Nadie sabía lo que estaba ocurriendo pero una persona se hacía una idea lejana, imposible de creer.
Sisi vio eso reflejado en sus ojos. Se acercó lentamente mientras los demás seguían alborotados.
-Sabio, explíqueme esto.-el anciano pudo leer en sus labios lo que decía.
-Ven conmigo, rápido.-gesticuló lentamente para que la entendiera.
Desaparecieron entre todo el gentío. Cuando llegaron al hogar del humilde hombre lo primero que hizo Sabio fue sacar de una cartera hecha con cuero unos pergaminos conservados en perfecto estado aunque tenían una apariencia antiquísima.
Cogió la pluma y escribió:
-Niña, esto que vas a ver no se lo cuentes a nadie. Esto ha sido heredado de generación en generación, pues tiene un gran valor.-después la miró, con gesto de preocupación.
Ella cogió la pluma para decirle:
-¿Qué va a ser de nosotros sin música?.-sus ojos estaban encharcados en lagrimas, sin atisbo de esperanza. Una pequeña lágrima fue a parar a las letras de tinta.
Sin más le mostró unos dibujos sorprendentes. Mostraba la representación de un lugar de profundidades infinitas y estatuas gigantescas alrededor de un mar. Por arriba caían aguas espumosas que formaban  preciosas cataratas.
-Según contaba mi padre estos son los cinco Pétreos del silencio. Hace milenios, cuando se despertaron, ocurrió una cosa semejante, se conservan con tanta precaución estos dibujos porque pueden darnos pistas y servirnos de solución a este acuciante y temido problema.-se quedaron un momento escrutando los dibujos.
-¿Entonces dice que estos nos han quitado nuestro sentido más maravilloso? ¿cómo?-al parar de escribir se quitó las lágrimas con las manos.
-Nadie sabe. Hay muchas preguntas y conocemos pocas respuestas. Unos dijeron que expulsaron de su boca vibraciones y eso hizo desaparecer el sonido. Otros, dijeron que enviaron formas invisibles hasta nuestros dominios y sin darnos cuenta les sacaron el tímpano. Únicamente puedo decirte con certeza que los humanos estamos destinados a hacer un segundo viaje.-le puso la mano arrugada en el hombro y después la abrazó.
-¿Es qué hubo un primer viaje?.-escribió asombrada.
-Si, por supuesto y gracias a él conseguimos nuestro sentido.-paró un momento de escribir, la miró y después continuó.-Pero nunca volvió. Quiero decir, el que se aventuró hacia las tierras desconocidas lo más probable es que no hubiera sobrevivido a las malezas, caminos escabrosos y pantanos verdosos. Más allá de los lindes de nuestras tierras los caminos están llenos de peligros.
-Entiendo.-fue la última palabra que escribió aquella noche.

Ahora todo era diferente. Sin sonido ningún humano podía sonreír, para ellos era la esencia de la vida, algo muy especial que de improviso había desaparecido, nadie sabía si algún día la música iba a volver a sus oídos.
Los días carecían de entendimiento y las noches eran puro enloquecimiento. El silencio estaba muy presente, poco habitual en el Reino Sinfonía.
Los hermanos Vargados, después de comprender lo que había dicho la angelical Sisi, decidieron asumir la responsabilidad, por el bien de todos. Para ello no había día en el que no se ponían a pensar en lo que se refería a los dibujos que le había entregado el Sabio a Sisi aquella noche.
Pasaron los días y las noches hasta que al fin encontraron una pista. Los pergaminos contenían en segundo plano unas palabras grabadas en un idioma antiguo pero que conocía el sabio. Los rayos del sol los descubría.
-Sois estupendos. Han pasado milenios y nadie se dio cuenta, ni siquiera yo,¿ cómo hemos podido estar tan ciegos? Pero ¿y esta  partitura, para que servirá?. Mi padre no me habló de ella nunca.-se quedó pensativo después de escribir.- Partiréis esta misma mañana a buscar el corcel del que habla este texto. No sin antes comunicar al rey de vuestras intenciones esperanzadoras.-los miró por última vez, pensando que algo se le olvidaba decirles.
Consiguieron la entrada a sus aposentos  aunque con mucha insistencia.
Cuando entraron a la alcoba, toda decorada con adornos populosos vieron lo nunca visto.
El rey se encontraba en pésimas condiciones. Junto a él, estaba sentada en una silla la reina, triste.
Rere, el segundo hermano, sacó unos pergaminos para escribir.
-Lady Daniela. Me complace deciros que albergamos esperanza en nuestros corazones y este es el motivo.- Rere le mostró los dibujos y la partitura y también le contó todo lo que sabían.
-Me parece una locura, eso es lo que me parece.-escribió rompiendo a llorar.-mi rey no puede vivir sin música. Ama la música más que así mismo. La universidad la creó con el fin de que se pudiera perfeccionar la calidad de los músicos para enamorar sus sensibles oídos con bellas canciones, pero-paró de escribir-todo se ha acabado. Solo espero que no cometa una locura.
-My lady. Si me permite le diré que no puede ser tan pesimista. Después de lo que os ha contado mi hermano, tal vez haya solución. Nos arriesgaremos nosotros, en nombre del reino.-al terminar de escribir le mostró su valentía cerrando los puños en el aire, con fuerza.
-¿Qué pretendéis hacer?
-Dejarnos llevar por el destino por medio de un viaje incierto.-escribió Lala, que hasta ese momento se había mantenido detrás.-somos conscientes del peligro que corremos pero hemos de hacerlo.-la reina vio en sus rostros seguridad, por lo que asintió con la cabeza, bailándole una pequeña y tímida sonrisa.  Cogió la mano de su marido y suspiró.-Primero comunicaremos a todo el mundo esta noticia. Han de saberlo.-escribió una carta plasmando la noticia con todo lujo de detalles. Una vez lo hizo, envió al águila real con la carta a la ciudad.-pero no podéis partir vosotros solos. Os proporcionaré una docena de caballeros para que os protejan de todo mal.
-Me temo, Lady Daniela, que por muchos caballeros que nos mandéis estaremos desprotegidos.-se puso de rodillas y le dio un beso en la mano.-pero no desprecio vuestro ofrecimiento.
Un poco más tarde se fueron a escondidas de la ciudadela, mirando atrás, a cada rato, cabizbajos. Detuvieron durante todo el camino en su cabeza el momento en el que se despidieron de sus familiares, por lo menos eso les reconfortaba.
Perduraron en sus memorias el ritmo de la última canción. Silbaban, cantaban, tocaban sus flautas preferidas aunque no podían oír y cuando se percataban de eso, se les inundaba el cuerpo de rabia. Los guerreros trotaban con suma elegancia, transportando las vituallas.
Pocas veces habían sentido una unidad entre ellos, como si fueran una sola fuerza. Normalmente cada uno intentaba mantenerse alejado del otro, esquivar encontronazos, contarse lo menos posible acerca de uno mismo. Si no fuese por la apariencia similar no pensaría nadie que fueran hermanos, eran muy diferentes pese a que tenían en común un don, el de la música. Se podría decir que hace poco les había unido más,  junto con este suceso, pero de todos modos todavía existía un aire intenso entre ellos.
Durante el viaje tuvieron que elegir el camino correcto. En frente se perdían a lo lejos dos caminos, tapados por un manto de niebla, separándose uno del otro. A la izquierda un camino terroso, flanqueado por una hilera de altos robles. Estaban tan unidos que las ramas se entrelazaban como telarañas. Las raíces, se ocultaban en la tierra.
A la derecha uno tortuoso, este presentaba un  aspecto más atroz y desconfiado pues en el suelo se levantaban pedruscos, los arboles parecían formar una especie de arco al estar tan doblados, por ello las hojas estaban a una altura humana por lo que podría ser molesto para ellos.
Dodo, el mayor apuntó con el dedo hacia el camino de la izquierda. Se puso a su favor Lala y gran parte del séquito, pero los otros se detuvieron. No se fiaban, incluso la pequeña Sisi presentía algo malo.
Dodo sacó de nuevo los pergaminos y la pluma.
-Hacernos caso, este es menos arduo y a la vista está que es seguro.
-No y no.-Sisi frunció el ceño y se cruzó de brazos.
Dodo se dijo así mismo: ´´niña mimada, ojala te mueras.`` Pero lo que escribió fue otra cosa:
-Haz caso a tu hermano mayor.
-Déjala en paz ¿Por qué no vas tú? demuéstranos la seguridad del camino.-esta vez Rere gesticuló despacio.
Dodo asintió convencido de sí mismo. Se acercó rápidamente. Al pisar la tierra notó que se movía en círculos y lo metía hacia dentro. Gritó, desaforado. Estos corrieron en su ayuda, al igual los guerreros, le cogieron de los brazos para sacarlo con todas sus fuerzas. Se debilitaban por momentos creyendo que era la última vez que lo veían con vida. Sisi se cayó al suelo, agotada pero Lala y Rere persistieron, logrando el rescate.
Suspiraron, abrazándolo. Se quedaron unidos durante un buen rato, sintiendo el amor entre hermanos que desde hace tiempo no salía.
Después de llegar a la otra punta observaron extensos campos de trigo a merced del sol que se manifestaba con más intensidad. Descansaron a la sombra de la copa de un árbol. Los guerreros tuvieron que aguantar el calor, deshidratados.
-Hemos llegado, este es el sitio del que hablan los pergaminos.- Rere mojó la pluma en el tintero antes de escribir.
-Pero ¿cómo sabremos donde está el corcel?-escribió Lala.
-¡Diantres! en los pergaminos no pone nada.-escribió Dodo con el rostro sombrío.
-¿Qué vamos a hacer ahora?.-escribió Sisi, a punto de llorar.
-Estamos perdidos.-cuando acabó de escribir Rere, se dio cuenta de que los tinteros que había colocado con sumo cuidado en su bolsa se habían regado. Se enfureció.
Al verlo en ese estado todos supieron porqué era y ellos también se enfadaron. Sin la tinta ya no podrían escribir de modo que tampoco podrían comunicarse de forma clara, solamente les quedaba la gesticulación.
Sisi saltó de alegría. Todos se quedaron extrañados sin conocer el porqué de su comportamiento.
Ella, sin embargo no paró. De pronto observaron su boca, parecía que estaba cantando. Leyeron muy difícilmente sus labios y en su mente apareció la canción más marcada en sus infancias puesto que les recitaba siempre, después del ocaso, su madre, antes de morir.
El ocaso maravilloso se acerca.
Las estrellas color plata están cerca
también y la pálida luna llena alumbrará la cerca
de los dominios de Alebosí y todas las tierras yermas.
Una palabra nada mas necesitarás en este día de luna llena
y en este desolado lugar para que aparezca de tal forma que nunca olvidarás.
Pero es indispensable que la pronuncies bien, pues de lo contrario nunca jamás lo verás
 La palabra mágica que pronunciarás
Es; Clarimonicadosferoribunoushakakisdasina
Hasta ese momento nunca supieron que les iba a hacer falta, ni tampoco que existiera en verdad.
Sisi con destreza pronunció la palabra. Lo hizo correctamente ya que cuando tenía cinco años lo intentaba todos los días pues suponía un reto para ella.
Para asombro de aquellos muchachos y su séquito, aquel corcel alado, níveo como la nieve apareció en el cielo, dejando una estela brillante detrás. Planeó durante un tiempo y después aterrizó ante ellos.
Todos se quedaron perplejos, viendo la beldad infinita del corcel. Sisi se acercó con una sonrisa para acariciarla, al igual lo hizo Lala menos los hombres que prefirieron mantener la dureza viril. Para asombro de Dodo, Rere se acercó también, eludiendo su mirada. Entonces, se levantaron unas carcajadas entre el séquito pero como no oía Rere no se alteró.
Partieron de inmediato. Sisi y Rere se montaron en el caballo disfrutando de un viaje espectacular por aire. Abajo todo era como motas de polvo y arriba casi acariciaban las nubes de algodón. Por primera vez Rere se sintió niño, algo que anhelaba demasiado.
Solo Dodo se conservó maduro y circunspecto todo el camino pero algo dentro de él le decía que no tendría otra ocasión, que sería una emoción especial, aun así siguió igual de serio que siempre.
Llegaron a una especie de túnel que pasaba por el centro de un elevado pliegue. Desde los flancos se extendían unas torres blancas unas en frente de otras hasta que desaparecían a lo lejos, a miles de kilómetros. Estaban demasiado pegadas como para que lograran pasar en medio de ellas y eran demasiado altas como para que pasasen volando por arriba puesto que las nubes las cubrían. No tuvieron más remedio que pasar por el túnel oscuro.
A todos les infundía temor, incluso a los guerreros, incluso al Dodo de piedra.
Sus corazones palpitaban con celeridad, sus pasos en cambio se adentraban parsimoniosos, en fila.
El caballo, que se había convertido en  guía del viaje lo llevaba Rere, el primero de todos. Intentaba creerse a sí mismo que ese túnel no le daba miedo pero no podía mentirse. El temor le vencía por momentos, a medida que se acercaba más y más y más. En el umbral se detuvo, suspiró dos veces lentas y prosiguió. Los trotes del caballo producían un eco aterrorizador, para la suerte de ellos, no los pudieron oír.
Cuando todos estuvieron dentro notaron una ligera sensación de agobio y que se acrecentaba cada segundo que pasaba. En sus pensamientos pasaron cosas sórdidas que les confundía. La pequeña gritaba con todas sus fuerzas pero nadie la podía consolar.
Todos esbozaron una sonrisa agridulce al oír una extraña y perturbadora canción pero de repente un sonido agudo les reventó el tímpano. Cayeron al suelo encharcado de lodo, asustados pero inmediatamente continuaron  puesto que vislumbraron una pequeña luz al final.
Cuando salieron a la luz se dieron cuenta de que la pequeña no estaba. Ninguno se atrevió a entrar otra vez pero querían recuperarla hasta cuando la dieron por muerta después de esperarla un buen tiempo apareció toda cubierta de barro. La abrazaron muy fuerte, quitándole el barro de la cara para darle besos.
Continuaron el trayecto al albur de un destino incierto hacia los confines del extenso terreno yermo. El cielo cargado de nubes les advertía de la llovizna previa. A esas alturas y sin ningún abrigo donde poder refugiarse ya denotaban unos rostros cansados. Mientras caminaban se sacaron frutos frescos y pan para comer, era lo único que les quedaba.
Más después el camino se hizo cada vez más estrecho, oculto por una arboleda. A unos pasos más se toparon con una cueva donde acamparon hasta el siguiente día. Como pudieron se apretujaron los hermanos al fondo donde conciliaron el sueño a mitad de la noche.
Había sido un día agotador, todos estaban deseosos de ir a casa y algunos se arrepentían de haber venido pero ya no había marcha atrás. Tenían que encontrar aquel lugar y derrotar a los Pétreos para devolver el sonido a todo el mundo, lo que no sabían era que para ellos nunca más iba a existir el sonido después de ese pitido.
Al siguiente día parecía más prometedor. El sol reinaba con todo su poderío en lo alto, en medio de un cielo límpido azul. Siguieron el transcurso del río durante gran parte de la mañana y llegaron a un lago enorme a mitad de la tarde.
Dodo junto a Sisi se montaron en el caballo pero los demás no encontraban la manera de llegar al otro lado si no era nadando. Después de mirarse los unos a los otros se metieron al agua fría. Finalmente lo lograron.
Después pasaron por un puente largo, nadie pudo mirar el abismo oscuro de abajo mientras cruzaron. Al pisar el suelo liso del otro lado vieron un paso hecho solamente con tablas de madera y unas cuerdas que las sujetaban. Abajo corría un río blanco donde veían las puntas afiladas de unas piedras.
Más de uno no se atrevió a cruzar y hubieron otros que abandonaron la misión, esto era mucho peor que lo de antes. A lágrima tendida  lloraban las hermanas las cuales fueron bofetadas fuertemente por Dodo y obligadas a pasar primero. Rere se enfrentó a él con la espada de uno de los caballeros. La esgrimió con gesto solemne, le embargó la ira acumulada de todos los anteriores años y descargó contra él.
Dodo fue rápido y esquivó la espada a tiempo por lo que su hermano cayó, miraron sin poder creérselo  como su hermano impactaba en una de las rocas, su sangre manchó la blancura intacta del agua.
Lala y Sisi lo intentaron pegar con todas sus fuerzas. Él se quedó paralizado, había pasado todo muy rápido, de repente se había quedado sin hermano. Sus lágrimas eran de puro dolor.
Siguieron el camino, cabizbajos. Ni siquiera el vértigo les atemorizaba ahora.
Allá la inmensidad de los pétreos les esperaban y el mar infinito cubría casi todo.
Había llegado el momento más difícil. Tenían que vencer a los pétreos y lo peor era que no sabían cómo.
Sisi apuntó a los pequeños escalones de las paredes adivinando el camino para llegar hacia ellos. Todos estaban pensando lo mismo ´´¿y después qué?``, ´´¿cómo les venceremos?``
Dodo ordenó a los guerreros caminar hacia los escalones de los dos lados. Mostraron valentía al atreverse a hacerlo sin ninguna queja. Despacio caminaban pegados a la pared sin mirar abajo.
A esas alturas del viaje habían perdido todas las esperanzas. Se decían que habían llegado hasta allí de milagro, arrepentidos de hacerse los valientes, que eran simplemente unos chavales fanáticos de la música, solo eso, que no eran ni por asomo los héroes que pasarían a la historia guardados en las historietas que relatarían los juglares.
Dodo les hizo señas para que volvieran pues habían abortado la misión ellos también.
Sisi no se lo creyó. Les dirigió una mirada pensando que a esas alturas no se podían rendir.
 Se volvieron hacia atrás destrozados por completo, menos la hermana que empezó a cantar.
Los tres sacaron sus flautas, al unísono sin saber porqué lo hacían. Dodo sacó la partitura misteriosa y empezó a tocar, le siguieron Rere y Lala, haciendo una pequeña piña, al mismo tiempo que unas lágrimas cristalinas caían de sus ojos y se deslizaban con movimientos de serpiente hasta caer  al mar, integrándose en la infinidad de gotas.
No les hizo falta oír el sonido de las flautas para sentirla en el fondo de sus corazones.
Sus ojos se abrieron como los de un búho cuando los Pétreos tomaban vida y se acercaban con pasos lentos contra la fuerza del mar. Lanzaron piedras hacia los muros donde estaban ellos, sin fortuna. Muertos de miedo siguieron tocando pero con más fuerza al tiempo  que hacían cabrear y debilitar a Los Pétreos. Siguieron insistiendo, sus ímpetus eran muy poderosos. Estaban muy cerca de ellos, uno atizó su brazo forzudo en medio de ellos con lo que partió la puerta, mientras que los otros lanzaban bolas hacia los lados donde todavía permanecían inmóviles los soldados, de pronto los Pétreos se quedaron quietos y se disgregaron en trozos muy pequeños.
Las hermanas perdieron el equilibrio, estaban a punto de caerse pero su hermano las cogió de la mano en el último segundo.
-¡Aguantar, por favor!.-Dodo gritó descubriendo la más dolorosa de las verdades, aun no podía oír. Empezó a llorar, aguantando la carga de sus hermanas que también la habían descubierto.
Dodo aguantó con todas sus fuerzas. Se había dado cuenta en ese momento de que sin ellas no podía vivir. Se lamento por todo lo malo que les hizo. Rezó a los dioses que lo ayudaran pero comprendió cuando se les resbalaba sus manos y las vio caer al agua que no existía dios alguno, todo había terminado con un final triste.
Solo quedaba él en pie, sin nada que lo anime a seguir viviendo. Dio un pequeño paso hacia el filo del peñasco. Miró hacia abajo a punto de tirarse.

Diez años después la gente del reino celebraba el día en que volvió la música a sus oídos con festines a mansalva y bailes populares. Se respiraba un ambiente alegre y a la vez triste por la muerte de los héroes.
Los reyes mandaron a componer una canción en honor a los Vargados. Siempre que venía el día de la celebración los músicos la tocaban.
Aquel día no iba a ser una excepción. Todo el mundo cantó apoyando a los padres que todavía no se habían recuperado de la tristeza. Levantaron las copas y el rey dijo:
-Señores y señoras, damas y caballeros. Hoy se cumple diez años de cuando por suerte y gracias a nuestros queridos héroes volvió la música a nosotros. Quiero celebrarlo y a la vez guardar un minuto de silencio por la pérdida.-dijo con ojos lagrimosos.
El silencio se quebró a mitad con los lloros incesantes de los padres.
-Animo. Nosotros os apoyaremos y os...-el sonido de la puerta al abrirse  interrumpió a la reina.
No vieron quien era hasta que la gente formó un pasillo, asombrados.
Los trotes del corcel era el único sonido en aquel momento de impresión.
-¡Hijo!.-la madre corrió hacia él para abrazarlo.-¡Has vuelto!
-Madre, la he extrañado mucho durante todo este tiempo.-Se apeó para dirigirse hacia el padre.
-¿Y tus...?-el padre repleto de ilusión miró a todos lados.
-Ese túnel nos dejó sin tímpanos así que no puedo escuchar. Ellos...murieron-dijo llorando-fue mi culpa. Se me resbalaron de las manos y Rere-silencio-Rere se enfureció conmigo y cayó al mar.
-Dioses, ¿de qué túnel hablas hijo mío? y ¿Por qué murieron?-el padre lo miró a los ojos.
Dodo pudo leer en sus labios lo que dijo
-Verá padre, antes y me arrepiento, antes odiaba a mis hermanos. Pensaba que no los quería pero me di cuenta muy tarde de lo contrario. Cometí una estupidez detrás de otra.-reventó a llorar.
Todos los días rezaba por sus hermanos. Pasaba lentamente por sus alcobas recordando aquellos momentos cálidos cuando todo estaba contaminado por la felicidad, las risas y los juegos.  

Finalmente pudo recobrar un poco de felicidad con la chica con la que se casó pero no había un solo día en que no no recordaba aquel momento después de la muerte de sus hermanos cuando prefirió vivir porque pensaba que morir era de cobardes.

sábado, 17 de mayo de 2014

Mis películas favoritas


PALABRAS ROBADAS




AUGUSH RUSH


EL INTOCABLE



AVATAR





Mi Monólogo interior

Ojalá se detuviera el tiempo para hacer durante un buen rato lo que más te guste, sin importar el paso de los minutos, el tic tac del reloj, expulsar todos los agobios afuera y disfrutar del momento más placentero que exista. No te preocuparías por nada de lo que suceda en el mundo porque todos están como estatuas, nada excepto tu se mueve. Y me pregunto que harías en el caso de que te ocurriera por una causa extraña, por no decir imposible.
En mi caso, si tuviera el poder de dominar a mi antojo el tiempo lo pararía justo en el momento del día más hermoso, un atardecer, sentado bajo la copa de un árbol, alrededor de un bello paraje, igual que la foto de fondo que ves atrás. Allí escuchara mi música relajante y con la que me inspiro, no pondría una de Juan Magan porque me entorpecería el momento, me llevaría alguna bebida refrescante y por último, entre unos cuantos elegiría de los objetos más preciados que tengo en mi habitación, un libro. Puede ser cualquiera de los que tengo, no me importaría el escritor porque todos son loables, a mi parecer.
Si el sueño no me venciera me quedaría hasta acabar el libro, actualmente me estoy leyendo el señor de los anillos, pues ese me lo acabaría y siguiera con el Código Da Vinci que lo tengo empezado, brillante libro, me enganchó tanto aquella noche cuando me lo encontré por casualidad en la estantería de mi habitación que no podía parar,hasta que me dormí, ya eran las cuatro de la madrugada. Creo que todo el mundo debería de leérselo. Sobre todo me gusta la información que da acerca del cuadro de la mona lisa y la divina proporción, entre otras, es fenomenal. O también recomendaría la trilogía del Cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón, mi favorito. Podría leer y volver a leer sus libros y no me cansaría.
Esto de detenerse el tiempo me recuerda a un capítulo de los Simpons en el cual Lisa pide que se pare el tiempo, se quedó asombrada cuando veia unos copos de nieve detenerse ante sus ojos.
No sería asombroso tener el mundo para ti solo. Por un momento vivir en paz,  sin que nadie ni nada te impida hacer lo que tu quieres en ese mismo momento. Que se lo digan a la gente de Nueva York, tan ajetreados que están todos los días. Os aseguro que yo no podria vivir allí. Tantas personas, tantos coches...todo se eleva a la máxima potencia. Lo peor de todo, las calles oscuras, abarrotadas de suciedad, ese ambiente me hace pensar en cosas lúgubres. Bueno también tengo que decir que hay una parte positiva. Conoces personas de todas las nacionalidades porque EEUU es el país donde mas extranjeros hay aunque ahora que lo pienso no podría hablar con nadie porque el inglés es un idioma que no domino muy bien, mas mal que bien pero siempre puedo echarme algún amigo que me pueda traducir todo. Los edificios grandiosos, la comida, eso la comida. Lo mejor. Has visto alguna vez por la tele el inmenso tamaño que hacen los bocadillos, o las hamburguesas. Comerse una de esas no estaría nada mal por una vez en tu vida.
Otro de los motivos es el poder viajar a otro continente por primera vez. Me encanta viajar,ver mundo, cosas fuera de lo común. vivir experiencias nuevas...pero me echa un poco atrás la idea de viajar en avión.  Unos dicen que no sintieron nada, otros que se te sube el corazón a la garganta...¡con el vértigo que le tengo a las alturas! pero bueno, todo se supera y voy a saberlo porque en poco tiempo haré un viaje.
Bueno, a parte de leer, que a algunos les parece tedioso porque no han encontrado el libro exacto, uno que te deje tan impresionado, tan a gusto que quieres continuar leyendo libros de ese mismo autor, pues haría todo tipo de locuras,las cuales no te atreverías hacer en un día normal.

El Monólogo interior



Monólogo interior


El monólogo interior es una técnica literaria con la que se reproduce en primera persona los pensamientos de un personaje, tal como brotarían de su conciencia.
Esta técnica desempeñó un papel importante en la renovación de la novela en el siglo XX. Se atribuye la paternidad de esta técnica a Édouard Dujardin, autor de Les lauriers sont coupés (1888). James Joyce, refiriéndose a esta novela, señala que “el lector se encontraba, a partir de las primeras líneas, instalado en el pensamiento del personaje principal. El desarrollo ininterrumpido de este pensamiento, substituyéndose completamente a la forma usual del relato, es el que enseña al lector lo que hace este personaje y lo que le sucede.” El propio Dujardin escribiría en un ensayo de 1931: “El monólogo interior es [...] el discurso sin oyente y no pronunciado, mediante el cualun personaje expresa su pensamiento más íntimo, el más cercano posible del inconsciente, anteriormente a toda organización lógica…”. Su objetivo es “evocar el flujo ininterrumpido de pensamientos que atraviesan el alma del personaje a medida que surgen y en el orden que surgen, sin explicar el encadenamiento lógico (…), por medio de frases reducidas al mínimo de relaciones sintácticas, de forma que da la impresión de reproducir los pensamientos tal como llegan a la mente”. Esta falta de lógica y articulación coherente constituye la diferencia esencial frente al soliloquio. Rasgos peculiares de este monólogo interior son, aparte de la no interferencia del narrador, la afluencia incontrolada del inconsciente [...], la emergencia desorganizada y confusa de imágenes, sensaciones, sentimientos e ideas expuestas sin ilación lógica y con distorciones sintácticas, por medio de libres asociaciones, con la consiguiente alteración o disolución del tiempo y del espacio
         Ejemplo de monólogo interior
Portada de Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos
Fragmento de Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín-Santos, en el que leemos las reflexiones de un personaje que intenta superar el miedo que le provoca el hecho de estar en la cárcel acusado de homicidio.
      Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.
Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
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